viernes, 3 de agosto de 2007

Festival de Teatro Clásico de Almagro 2ª parte

El hecho de que se haga en Almagro el Festival de Teatro Clásico viene dado por la existencia en este pueblo del único corral de comedias que se conserva en el mundo cuyo trazado original no ha sido reformado. Ésto es así porque en cierto momento se prohibieron las representaciones teatrales en Spáña, por lo que el lugar se transformó en una taberna, tapándose los palcos y creando en ellos las habitaciones. Así permaneció, pues, como si de la lava de Pompeya se tratase, el trazado original, oculto por un paramento de adobe. A principios del siglo anterior que nos vió nacer, una riada del copón derrumbó dicho paramento y sacó a la luz la forma original del corral. Un profesor muy sapientín fue, vió y dictó cátedra. Se había encontrado un corral de comedias del siglo XVI. La verdad es que la sensación que uno tiene al entrar allí es parecida a la que se puede experimentar entrando en una catedral, la de estar pisando un lugar en el que se han cocido muchas cosas, en el que se ha representado quizás por primera vez a Lope, Calderón, o cualquiera de nuestros clásicos. Uno puede imaginarse pefectamente los mosqueteros, que ocupaban el patio -en el que no había butacas, por lo que la gente estaba de pie, dato que explica la gran altura que tenía el escenario-, o las mujeres amontonadas en su palco -llamado "La cazuela", por el calor que pasaban allí, todas apretujadas y al sol de La Mancha-.
Como dato curioso y un tanto bizarro, decir que en el piso inferior, justo debajo de este palco femenino, se hallaba el "bar" del teatro, en el que se servía una bebida preparada con agua, fruta y un poco de pimienta, llamada Aloje. Pues bien, resulta que en bastantes fuentes se comenta que el Aloje de Almagro no sabía igual que el del resto de poblaciones de la zona, y éso era porque las mujeres, durante las representaciones, se iban por la pata abajo -aguas menores, en exclusiva-, debido tanto a la excesiva duración de las obras, a la inexistencia de WC´s, y a la también inexistencia de ropa interior. Esta orina -o orín, como diría Chumari Alfaro-, se filtraba por el adobe del suelo, y llegaría en forma de gotillas hasta el lugar en el que se guardaba el Aloje, siendo pues el ingrediente secreto que hacía tan especial a esa bebida. Dicho queda.