Después de las declaraciones del Ex-Querido Líder sobre la guerra civil y demás mierdas varias, rescato unos fragmentos de un texto de Rodrigo García, en concreto de la obra de teatro "!Haberos quedado en casa, capullos!", en la que dedica una oda a varias personas, entre ellas el individuo del que hablamos. Espero que no se tome demasiado en serio, lo digo por los comentarios que pueda suscitar. Simplemente tomadlo con humor...
Dar palizas. Palizas. Dar palizas. Palizas con palos. Esas sí que son palizas, eh?. Bien dadas. Doy paseos. Doy palizas. Llego y doy una paliza y antes de marcharme, me despido con otra paliza. Se habla de palizas memorables cuando todavía queda algo intacto en el cerebro, cuando el receptor de la paliza no ha quedado lo suficientemente atrofiado como para no recordar absolutamente nada. El cerebro queda dañado, pero parcialmente. Y recuerda sólo para recordar aquella paliza. Cómo fué. Por dónde empezó.
Paliza es, contrariamente a lo que piensa la gente, bajar la mano. La gente llama a la paliza levantar la mano. Pero yo digo que la paliza consiste principalmente en el acto se bajar la mano.
Una paliza que se pasa de paliza, una pasada, provoca la muerte. Y la muerte exige a los familiares del apaleado o muerto un esfuerzo económico colosal. La paliza no tiene como finalidad la muerte.
La paliza es un diálogo.
No debe haber mirones. Cuando la paliza se ejecuta en público el apaleador se transforma en actor. Es malo para el apaleador, que debe estar concentrado exclusivamente en la paliza.
Sólo un presidente o un primer ministro deberían ser objeto de paliza.
Detesto profundamente la violencia, las series de televisión con catástrofes, las catástrofes aéreas, detesto la guerra, detesto todo acto violento. Confío en el diálogo por eso confío en la paliza. Estamos preparados para dialogar con José María Aznar.
La paliza nace del encuentro íntimo, del vislumbramiento del ser en sí. La paliza se justifica a sí misma en el acto. Nunca se debe apalear por motivos morales. Nunca apalear por motivos personales, porque toda razón personal es razón social y lo social es una constante distorsión de lo espiritual.
No se le escoge por hacer el bien.
Es el elegido y mejor no hacer preguntas. Tenemos la teoría. Tenemos la energía. Tenemos un lugar. Primero la energía, luego dejarse llevar. La acción es cadencia. En la vitalidad del apaleamiento tú y yo bajamos al infierno por así decirlo.