Nunca lo había tenido que utilizar. Sabedor del poder divino que ostentaba, siempre se había mantenido en una especie de limbo zen en el cual nada parecía perturbarlo. Hasta ese momento. La rabia contenida , quizá a sabiendas de que su hija se iba a separar definitivamente del punk de la familia, hizo que estallase su ira hacia el gorila rojo, su organismo hizo un llamamiento para concentrar su sangre azul en su mirada, y reclamó la MAJESTAD que lleva dentro de sí.