
Hacía tiempo que no me pasaba una tarde entera en casa, pero es lo que tiene el estar enfermiño y mañana tener que trabajar de mañana y de tarde. Ayer la cosa ya apuntaba maneras, digamos que al hablar me dolía un poco, al respirar me recordaba a Coll (es decir, sonaba como una cafetera vieja o un elefante ressoplando), y el tabaco me sabía a una especie de mezcla de amoníaco y caca. El caso es que hoy me desperté con la cabeza embotada por la mocada mayúscula, pero no lo suficientemente mal como para no ir a trabajar. Una vez allí, me dí cuenta de que mucho no podía hacer, pero bueno, siempre se le da un pie a los compañeros, por lo que me quedé toda la jornada, a pesar de que me dormí en los cinco minutos en los que mi patrón no me miraba. Llegué a casa, y me metí en cama después de hacerme unos filetillos de cerdo con pimientos de padrón, y allí me quedé, dormido, de cuatro a siete y media. Buff, sudadndo como un pollo al espeto me levanté y me zampé media barra de pan con chocolate suizo (De Suiza....). Lo bueno de todo ésto es que es de las pocas veces en las queme encuentro demasiado mal como para dedicarme a nada productivo, por lo que me enganché al libro "El Coronel no tiene quién le escriba", y allí me puse mano a mano hasta que me lo acabé con extenso prólogo incluído. No había leído nada del autor, excepto el que mandan leer en COU, "Crónica de una muerte anunciada", y he de decir que tengo cierto prejuicio sobre él y sus obras, pero la verdad es que éste me encantó, más que una novela es un cuento largo, de profundo calado marxista, digno hijo de su tiempo (década de los 50), pero con personajes y descripciones muy bien definidos. A ver si me hago con algo más de él (me apetecía La Hojarasca, que trata de un pueblo y sus debates sobre si ahorcar o no a alguien, vamos, éso creo, no estoy muy seguro, pero es la primera novela que escribió).
Bueno, espero pasar una buena noche libre de mocos.