
Después de producir Drácula, Frankenstein y Doble Asesinato en la calle Morgue, los de la Universal se decidieron por añadir a su repertorio un nuevo monstruo, esta vez salido del antiguo Egipto, aprovechando la moda que había provocado diez años antes el descubrimiento de las tumbas de Tutankamon y el asunto ikercasillesco de la maldición subsiguiente. Para la historia no se comieron mucho la olla, pues más o menos calcaron la trama de Dracula, es decir, un monstruo enamorado que a través de los siglos espera la ocasión para volver a celebrar un amor perdido en los albores del tiempo, y esa oportunidad llega cuando en el tiempo presente, ve a una mozuela que no es sino la descendiente directa de aquella a quien pertenecía su corazón. Quiere volver a enamorarla, pero para ello tendrá que matarla para acto seguido despertarla en la inmortalidad. De todos modos, a mi me parece que La momia es basante superior en muchos aspectos al Dracula que Tod Browning rodara un año antes. Karloff está impresionante, con esa pinta de mírame y no me toques, parece realmente muy frágil, y la escena que tiene con el médico al que no le da la mano para que no se le note el tacto apergaminado es de lo mejor de la peli. Otro punto interesante es la visión negativa que se da del asunto británico de la apropiación de tesoros arqueológicos de otros países, que es criticada duramente, aunque no de modo explícito. La tesis que defiende la película no es sino que a los muertos hay que dejarlos en paz, y si alguien se muere, pues que no hay que resucitarlo, vaya, que es de muy mala educación y que lo más probable es que las cosas sepongan en nuestra contra. De hecho, al propio Im-Ho-Tep -Boris Karloff- las cosas se le ponen muy malitas cuando intenta resucitar el alma de su amada. A todo ésto, sus combatientes masculinos, a diferencia de Drácula, poco pueden hacer para combatirlo, y no serán sino los propios dioses de Egipto los que tengan capacidad para derrotarlo, en una escena que parece sacada de Don Juan, con la estatua moviéndose y poniendo los puntos sobre las íes.