Ayer a la noche, al llegar del teatro, me di cuenta de una cruel realidad: estaban allí. Habían llegado, poco a poco, subrepticiamente, con pasos silenciosos que escondían sus crueles intenciones. Como un río de aguas oscuras se iban desplazando por el suelo de mi cocina, río que nacía en un pequeño agujerillo en la ventana y desembocaba en el cubo de la basura, que es el morir. Lo vi, y no hice nada. Era demasiado tarde, estaba demasiado cansado como para darle importancia. me metí en cama sin poder imaginarme lo que me encontraría la mañana siguiente.
Al río orgánico compuesto de cuerpecillos y antenas le había salido un afluente, que así como el Sil lleva el agua y el Miño la fama, se había convertido en un Nilo, un Amazonas, un Mississippi hormigueante. Se dividía del cauce principal poco antes de llegar al cubo de la basura, y recorría toda la casa hasta llegar al balcón. Pensé que me había dejado allí algún tipo de materia orgánica que tras el paso de los días había llegado a tal putrefacción que la hiciese altamente deseada por estos animalillos sin culpa ninguna. Pero no. Llegaban al balcón y se metían en un pequeño buratillo de la pared. Kilómetros y kilometros de caminata por la tarima flotante para llegar a ningún sitio. Incomprensible, pero cierto.
Tras sacar de la habitación donde duermo un actimel que llevaba allí al menos dos días y que había pasado desapercibido para mis nuevas mascotas, decidí tomar cartas en el asunto de la única manera que se me ocurría. Saltarme las normas del derecho internacional en materia bélica y utilizar la Guerra Química. Me dirigí para ello a la armería más cercana, (Gadis), compré un bote ENORME (¿por qué coño serán tan grandes los botes de insecticida?). Pagué religiosamente. me metí en casa, y allí estaban...Comencé mi labor...¿Hueles eso? -Pensaba-¿Lo hueles, hijo? Es el insecticida.... Me gusta el olor del insecticida, sobre todo cuando amanece. Una vez rocié la cocina sin parar durante 12 horas y cuando acabé de machacarla entré en ella. No encontré nada, salvo cadáveres de hormigas. ¡Pero qué olor aquel! ¡Aquella cocina olía a....Victoria!
And Justice for all....