
A esta práctica se la conoce como Bucarofagia. Las razones para hacerlo son variadas. Según parece, el comer barro les provocaba una coloración blanquecina de la piel, que estaba muy de moda por aquella época AZ (Antes de Zaplana), y además, les provocaba la opilación, es decir, una obstrucción intestinal que les evitaba la regla. Era, por lo tanto, un anticonceptivo. Ya ven. Pero claro, ¿por qué entonces lo utilizaban las monjas?...pues, además de para evidentemente poder fuder sem preocupaçoes, para alcanzar éxtasis místicos como los de Santa Teresa de Jesús, porque al parecer también poseen ciertos barros (sobre todo los procedentes de una región extremeña cuyo nombre no recuerdo) propiedades opiácea. Tan de moda se puso tan curiosa costumbre, que los confesores incluían como penitencia el pasar todo un día sin probar "el sabor de la tierra"
También se utilizaba como medio para detener hemorragias vaginales, como se puede observar en el cuadro de Las Meninas, en el que se puede ver cómo la dama María Augusta Sarmiento le ofrece a la infantita Margarita un pequeño búcaro con agua fría, para que se lo coma enterito, se supone que para parar un reglón que la tenía hasta el moño.